¿HA PASADO EL PASADO?
Creo que en el
mundo existen dos tipos de personas: las
que desean saber y las que no. Las que se preguntan,
preguntan y quieren conocer todos los detalles
de su
pasado y las que creen que la ignorancia es la clave de
la felicidad presente. Reconozco que yo pertenezco a la
primera categoría y que es probable que ello sea la
razón por la que escribo novelas: escribir siempre es un
modo de tratar de entender. En esta
historia hay
personajes de ambos tipos, como en la vida, y a menudo
están en conflicto. Reina, la protagonista, necesita
aclarar las circunstancias en las que murió su padre,
José, 44 años atrás, y al hacerlo, emprende un viaje en
el tiempo
que la llevará -y con ella a los lectores-
hasta el 26 de enero de 1939, el último día de la Guerra
Civil en Barcelona, un día triste, fronterizo; una
ciudad de vencedores y vencidos. En ese día su padre,
muy joven, regresó del frente con el único deseo de
reemprender su vida y olvidar todo lo visto y aprendido
durante la guerra. Su padre, sin embargo, no era
consciente de que las circunstancias habían cambiado.
Que la vida había hecho vulnerable a Mercedes, su novia.
Que ciertas cosas no podían tener vuelta atrás. José Gené no quiso ignorar, pero ignoró. A su alrededor,
algunos se verán forzados a elegir el olvido o la
ignorancia.
Esta novela surge del interés por novelar este momento
histórico bien concreto, desgarrador y fascinante al
mismo tiempo: las últimas 24 horas antes de que
Barcelona perdiera la guerra civil. También de una
pregunta, que me inquieta desde hace mucho tiempo: ¿De
qué modo puede el pasado condicionar nuestro presente?
¿De verdad ha pasado el pasado o, por el contrario,
sigue muy vivo en nosotros? Y, en el caso de que el
pasado tenga alguna influencia sobre nuestras vidas, ¿es
algo que pueda elegirse, o atenuarse?
También hay un viaje en el espacio. Reina acude hasta un
pequeño pueblo leridano llamado Conques, en el Pallars
Jussà. Un accidente de tráfico en circunstancias poco
claras, la investigación que sobre su padre realiza un
profesor retirado y la conducta excéntrica o
incomprensible de diversos habitantes de la pequeña
comunidad la irán envolviendo en una telaraña de
preguntas a las que es difícil hallar respuestas. La
niebla que durante toda la novela envuelve la geografía
por la que se mueven los personajes es una metáfora de
las dificultades con que tropiezan a la hora de saber la
verdad. En ese sentido, soy consciente de que es una
novela que emula al thriller, que pretende ser ágil y
sorprendente, y que he imaginado como un regalo para mis
lectores, o como la novela que a mí me gustaría que
alguien hubiera escrito para mí. Algo así como mi novela
ideal, si es que eso puede existir: sorprendente,
divertida, ágil, una invitación al viaje en el espacio y
el tiempo y una invitación a la reflexión. Sería
estupendo haberlo conseguido, pero son los lectores
quienes deben decirlo.
Care Santos |