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Espasa, Madrid, 2008. 302 pp
ISBN: 978-84-670-2909-3

 

Sinopsis

¿Qué hay más allá de la luz? Sólo hay un modo de saberlo: caminar hacia ella.
Care se adentra en el thriller con una historia de intensidad hipnótica y a la vez, una reflexión sobre una de las cuestiones más candentes de nuestra sociedad: la lucha por los derechos de los enfermos terminales, la dignidad final de toda personal: la de su muerte. Lo hace a través de unos personajes que se acercan a la luz por distintos caminos: Ángel Febles es una eminencia en la atención a los moribundos, Joaquim Quílez es médico y militante de la Asociación Dignidad Final, que lucha por los derechos de los enfermos sin posibilidad de cura, y Miren Fernández-Nimo, profesional de brillante currículo pero no tan brillante historia personal, que acaba de asumir la gerencia del Instituto Neurológico Febles. Sueños extraños, una carpeta repleta de cartas de denuncia, el amor que se presenta en el momento más inoportuno y los extraños sucesos que ocurren en cierta planta del hospital, a la que nadie sino Febles puede tener acceso.

La autora dijo a propósito de esta novela:

“Me interesa la realidad como punto de partida, no como fin en sí misma. Tiene que ver —supongo— con las razones que me llevan a escribir. Retener la realidad es una de ellas. Aunque no basta con eso. Si yo conociera de primera mano un crimen como el que narra Truman Capote en A sangre fría, contaría la historia del vecino que lo vio todo pero calló porque esa misma noche se la pegaba a su mujer con otra. Más que la realidad, me interesan sus intersticios, la grieta por donde todo se resquebraja. Y con respecto a las hibridaciones: hace tiempo que quiero escribir novelas que combinen géneros supuestamente populares y otras cosas. La novela de terror, el thriller de médicos, el realismo social, la novela sentimental e incluso la novela negra están en Hacia la luz”

La tormenta en un vaso. Entrevista de Hilario J. Rodríguez
 

Han dicho de ella...

Así mientras unos vuelven la espalda a este tipo de literatura, conscientes de que sus lectores acuden a sus obras atraídos por una escritura y una visión del mundo intransferibles que en algunos casos acaban deteriorando o condicionando la anécdota que cuentas, otros prefiere poner su talento al servicio de las tramas clásicas que anidan en las historias de género. La catalana Care Santos pertenece a este grupo de autora que, a falta de un nombre mejor, podríamos llamar “cinematográficos” y con su última novela, Hacia la luz, demuestra que ha logrado perfeccionar esa fórmula narrativa, que ya ensayara en La muerte de Venus.
(...)
Pero las cosas nunca son lo que parecen y eso nos lo irá desvelando la autora con prosa ágil y amena, al tiempo que vuelve a exhibir su mano maestra para el trazado de personajes. Esta vez incluso se permite bordear el esperpento al dibujar a don Julio, un académico cascarrabias al que los encargos de los muertos impiden rematar su manual canónico sobre el Romanticismo Español, un auténtico regalo para el lector, tanto como el ritual de cortejo que protagonizan los personajes principales, que se abre con una de las escenas de seducción más hermosas que uno haya podido leer. Una novela, en definitiva, que puede leerse devorando unas palomitas.

Félix J. Palma, revista Mercurio

A menudo las novelas carecen del lado más salvaje de aquello que pretenden poner en evidencia, están atrapadas por constreñimientos similares a los de cualquier informativo donde se intenta no ofender al público más allá de lo razonable. Hasta cierto punto, son anestésicas, nunca sobrepasan ciertos límites (fijados por la decencia, además de por cuestiones relacionadas con la necesidad de abarcar a un mayor número de lectores). Por eso me gusta la falta de remilgos y la agresividad de Care Santos, que nunca se anda con coñas cuando quiere contar algo de provecho sobre temas como la eutanasia. Estoy de acuerdo con que posiblemente el libro no sea uno de esos artefactos minimalistas y crueles, graciosos pero sin gracia, fríos como un témpano, maduros en la forma y juveniles en el contenido, tan sugerentes que a veces no dicen nada; sin embargo, ningún lector podrá negar que es emocionante de principio a fin.

Hilario J. Rodríguez, La tormenta en un vaso

Care Santos ha conseguido, en esta novela de intriga dosificada y poliédrica, armar una estructura narrativa de tres tiempos y tres historias. La de la joven protagonista que, tras el hallazgo del fantasma airado de una romana asesinada, reordenará su pasado familiar y sus preferencias, la de su compañero sentimental inmerso en la problemática presente de una separación conyugal y la propia historia de un escultor en la Roma de Julio César que es contada en tiempo real. Estos son los vasos comunicantes de una ágil y entretenida trama, en torno a la venganza y al descanso de las almas, que juega con la parodia, el escepticismo y la sugestión que conlleva todo hallazgo arqueológico, para envolver al lector en una ascendente intriga que alcanza su mayor acierto en los capítulos finales que culminan con un sorprendente desenlace.
Otro logro de la autora es el de equilibrar y encajar en la historia la huella de Virgilio y la impronta de M. R. James, de Wilde y Lovecraft (al poner en relieve el elemento fantástico vinculado a los estados de ánimo y a la conjunciones imprevistas entre los sucesos y las personas) con la realidad de la cotidianidad que refleja los celos, el donjuanismo, la burocracia administrativa o la picaresca. El resultado es una interesante novela que resalta la importancia de la arqueología para conocer la Historia.

Guillermo Busutil, La Opinión de Málaga, 28 de abril de 2007

Care Santos ha conseguido aterrizar de nuevo sobre la narrativa de terror sin conseguir una novela de género. Ya lo ha hecho antes, y probablemente lo volverá a hacer. Desafortunadamente, la obra que nos atañe ha pasado desapercibida sin merecerlo. Nos preguntamos por qué. Tal vez sea demasiado siniestra para un thriller comercial, quizás tenga unas miras demasiado amplias para lo que suele absorber el mercado, o tal vez sea que el mestizaje siempre es muy arriesgado para los que aspiran a todo. En cualquier caso, esta novela está excelentemente conducida y muy bien documentada. Doy fe. De eso y de que dentro de unos años seguiré recordando esa confesión del muerto en vida, esas pesadillas anegadas de fantasmas que repiten su nombre y piden justicia, ese motín de cadáveres aporreando las cámaras frigoríficas… ¡La máquina con la que Care Santos recorre el miedo tiene las ruedas de un Land Rover y la tapicería de una limusina!

Emilio Bueso, Nocte

En el aspecto literario lo más interesante de Hacia la luz es la manera cómo plantea el caso de un personaje, el doctor Febles, que, cara a la opinión pública, ofrece una imagen edulcorada que nada tiene que ver con la realidad, que de hecho está muy lejos de ella. Esa forma de presentarnos a un personaje fascinante para, a partir de cierto momento, romper toda la ilusión creada sobre él y, con los mismos elementos, presentarnos a un tipo casi repulsivo, es, en mi opinión, el mejor logro de carácter literario de esta novela. Con el mérito de que Care Santos no se sirve, como sería lo fácil, de ningún golpe de efecto o situación extrema, sino que este desvelamiento del personaje tiene lugar de forma paulatina; poco a poco se va desmoronando la ilusión creada hasta que, en un momento determinado, todo mueve al lector a desconfiar.
Asimismo es de destacar, en el plano literario, el uso que Care Santos hace en esta novela de las fantasmagorías, de elementos como espectros, apariciones o sueños crípticos, un material que, aunque parece de fácil y agradecido manejo, en realidad es bastante delicado. Basta un pequeño desliz, un exceso, para teñir de grotesco todo el conjunto. Care Santos, sin embargo, viene de una novela como La muerte de Venus, finalista del premio Primavera, donde aprendió a manejarse con soltura en este tipo de subgénero literario, la novela gótica, y es por ello que las apariciones, las voces misteriosas, los fenómenos extraños que van pautando esta novela en ningún momento cruzan la línea de lo verosímil (de lo literariamente verosímil) y antes bien le proporcionan a la novela el condimento necesario de intriga y tensión.

Miguel Baquero, Literaturas.com

Hacia la luz, en definitiva, es un thriller adictivo, una historia apasionante que no sólo nos hará pasar unas buenas horas durante su lectura, sino que, además, nos hará pensar en temas tan interesantes como qué es lo que hay más allá de la muerte y la práctica de la eutanasia en nuestro país hoy en día, de si estamos o no de acuerdo de la legalización de una práctica por la que muchos luchan, algo sobre lo que tal vez debamos meditar, ya que todos moriremos algún día y no todos estamos dispuestos a hacerlo de cualquier manera.
No podemos saber, con los conocimientos de hoy en día (quién sabe en un futuro), si hay un “más allá”, si los fantasmas nos rodean o el ser humano podrá alguna vez fotografiar la muerte. Lo que yo sí que sé decirte es que Hacia la luz es una novela tremendamente interesante que te atrapará desde la primera página. Así que, ¿a qué esperas para caminar hacia ella?

Cristina Monteoliva

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Noticia Agencia Efe